Denuncia ONU negocio millonario de control de inmigración ilegal
El vicepresidente del Comité de Derechos de Trabajadores Migrantes de la ONU afirmó que EUA se vería beneficiado con la legalización de indocumentados, pero existe presión por parte de grandes empresas privadas que tienen ingresos millonarios por cada migrante detenido
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Junio
2017
Estados Unidos se vería beneficiado con la legalización de indocumentados, pero se topa con la presión de grandes empresas privadas que han desarrollado un negocio millonario alrededor del control migratorio.
Así lo afirmó Pablo Ceriani, vicepresidente del Comité de Derechos de Trabajadores Migrantes de Naciones Unidas, en entrevista exclusiva con Notimex, al margen de los Diálogos Aurora sobre política humanitaria, celebrados a finales de mayo en Ereván (Armenia).
Ceriani criticó la apertura de centros de detención de inmigrantes en Estados Unidos durante el gobierno de Barack Obama y principalmente la concesión de su gestión a empresas privadas.
Las compañías responsables de dichos centros son “unos de los más grandes empleadores de los Estados Unidos” y “tienen ingresos millonarios por cada migrante detenido”.
Son actores económicos importantes, que luego hacen mucho lobby para que la respuesta a la migración esté sobre todo con este tipo de elemento, centros de detención, cárceles para migrantes, que responden a sus intereses económicos, señaló.
Al asumir la presidencia estadunidense, este año, Donald Trump ordenó expandir los centros de detención en el país hasta una capacidad de 60 mil inmigrantes, frente a 40 mil en la actualidad.
En abril pasado la Casa Blanca autorizó la construcción de un nuevo establecimiento valorado en 110 millones de dólares en Texas, con una concesión de diez años para la empresa privada GEO Group, misma que estima que el centro generará ingresos anuales por 44 millones de dólares.
Ceriani también criticó la “contradicción” de algunos empresarios estadunidenses que se oponen a la deportación de indocumentados.
Empresarios, por ejemplo, de zonas agrícolas de California, dicen que no tienen como producir si se deportan tantos trabajadores indocumentados. El reclamo es no les deporten. No es ¿por qué no les dan un permiso de residencia, para que tengan un permiso de trabajo, para que yo les pague mejor, para que tengan un seguro social?, remarcó.
Me parece que hay allí intereses económicos que juegan en contra de la regularización y lo presentan como tema tabú cuando en realidad lo que hace es afectar a los intereses de esos actores del mercado de trabajo, sostuvo.
Dicha contradicción no es exclusiva de Estados Unidos, sino que “pasa en muchísimos países en los cuales los migrantes cumplen el rol de mano de obra barata y se les echa fácilmente si hay crisis”, afirmó.
El representante de la ONU argumentó que la regularización tiene que ser vista como una medida de protección social, de inclusión, de generación de desarrollo humano, económico, social, de protección de familias, de generación de mejores empleos, de mejor calidad de vida, mejor consumo, incluso, en la perspectiva economicista.
La inmigración, incluso la indocumentada, es fundamental para que la economía de Estados Unidos funcione. Si se van esos 11 millones de personas (indocumentadas), la economía estadunidense colapsa al día siguiente, aseguró.
Ceriani apoyó su afirmación en estudios que indican que los cerca de 11 o 12 millones de inmigrantes que residen en forma irregular en Estados Unidos pagan más de diez mil millones de dólares al año en impuestos. Y, a pesar de ello los indocumentados se ven relegados en el acceso a los servicios sociales y de salud.
Agregó que al mismo tiempo viven con el temor cotidiano de que en una esquina, en el trabajo, al buscar a sus hijos en la escuela, sean objeto de políticas de control y terminen en los centros de detención y deportados, pese a que la mayoría tiene hijos ya nacidos allí y de nacionalidad estadunidense.
Si el gobierno de Obama ha batido récords en números de deportaciones, con casi 400 mil al año, la administración Trump está agravando la situación con la implementación de prácticas muy profundas de control y, principalmente con un discurso criminalizante, dijo.
Obama, aún con ese récord de deportaciones, tenía un discurso, de alguna manera, más proinmigrante. Eso drásticamente cambió. En el discurso de Trump está directamente el Estado promoviendo ciertas actitudes contrarias, incluso criminalizantes, de la inmigración. Este es un cambio político muy fuerte entre una administración y otra, observó.
El experto señaló que los mensajes desde el Estado, líderes políticos y sociales diciendo que los inmigrantes son violadores, asesinos, criminales permean muy rápidamente diferentes estratos de la sociedad.
Sus efectos quedan durante largo plazo y son difíciles de revertir, al contrario de las políticas, que la movilización social puede enfrentar más rápidamente, consideró.
A los estereotipos, toda esa transmisión de un imaginario negativo sobre la inmigración, lleva mucho más esfuerzo revertir. Exige un trabajo de hormiga con actores de la sociedad, de la comunicación, de la educación para reconstruir un retrato fiel a la realidad, de que los inmigrantes finalmente no son lo que se dice en esos discursos estereotipados, afirmó.
En el actual contexto, el representante de la ONU aconsejó a las organizaciones de migrantes y a los consulados mexicanos en Estados Unidos reforzar prácticas de protección a los indocumentados, brindar atención jurídica gratuita, protegiendo a familias con padres deportados.
A su vez, el Comité de Derechos de Trabajadores Migrantes de la ONU sugiere al gobierno de México que trate de incidir en su política exterior junto a Estados Unidos para que traiga su política migratoria de vuelta al sentido común, explicó Ceriani.
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